domingo, 16 de octubre de 2011

Rio arriba, Velázquez iza sus velas.


Marel González Escobar.

Fabulaciones colgadas,  arrastradas por  una  corriente de espectros, técnicas, historias, personajes.  La  galería "Fausto Cristo" de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en la ciudad  de Holguín,  acoge las murmuraciones en acuarela del  pintor Víctor Manuel Velázquez (1980), quien navega frente a la mirada de todos.    




25  piezas musitan, se carcajean, riñen para narrar su travesía río arriba. 
Orgía   de los  adentros, “visión líquida” de un  joven artista en su séptima exposición personal.   Un  refinamiento  que invita a los excesos, a los placeres “mundanos”, destapa las esencias,  sabrosos líquidos  del hombre que desembarcan en las paredes de la muestra, sin miedos.
 Piernas  y brazos cosidos, falos erectos sugieren pasajes clímax  de la existencia, herbajes, barcas siempre a salvo, voceras del naufragio, cabezas fósiles e inviernos. 
La mirada de un isleño hacia las cúpulas de una latitud ajena al trópico,  perdida en el siglo XVl.  
“Holandés errante”, calificativo de apertura frente a  la insularidad de sus delirios. Huesos, rostros y ojos escondidos en un discurso  que sonsaca y merece que se le descubra, o al menos, se le mire sin desgano.   
Perros, tintes, manchas,  para  que  el blanco  deje de serlo, y se convierta en historia, en criatura ávida de aventura. 
La Exposición “Rio y Súmula”  se escurre, por los caminos del agua, junto a los pinceles de Velázquez, oftalmólogo de profesión, pintor autodidacta, y  poeta desde la cartulina y la sensibilidad del ser humano que guarda.  Su  viaje en una barcaza que también carga apuntes literarios en armonía con tonalidades ocres; mágica simbiosis entre la imaginación y desvelo por las letras. Su obra ha servido para ilustrar numerosos libros.
 
El joven holguinero ha participado en más de veinte de exposiciones colectivas dentro y fuera del país. En  suma vital, inquieta, perdurable, Víctor  Manuel  iza sus velas río arriba.