Le parecen demasiado pequeños, esos, los termómetros. Ha puesto a sudar a obesos y a modelos de pasarela.
Nada le humedece, nada le doblega, parece tener el favor del sol, de las nubes, y hasta algunos le vieron conspirando con la luna y otros astros.
Las personas insisten en disfrutarle de algún modo, mas, nada le conmueve, nada consigue que deseche sus reglas, a pesar de las críticas en cada esquina. “El más grande”, “el más caliente”, los comentarios solo consiguen alimentar su orgullo, mientras, sin magia alguna hace de cualquier trozo de cartón el más elegante abanico. Vaya rigores los de este verano.