Marel González Escobar
Ha pasado algún tiempo,
pero puedo recordarlo. Escolares
de pañoleta, cuando se
aproximaba el día nos embullábamos
para subirnos en él desde bien temprano. Nuestros
padres llevarían el control, pero buscábamos la oportunidad y hacíamos una marcha
propia entre los del
aula.
Largos desfiles,
de muchos colores y los más
“cómicos” inventos. Era
como competencia de imaginería,
cada quien con el tema
que le tocaba. Los
panaderos, un pan enorme, los
agricultores montaban un sembradío sobre un camión, los
médicos hasta simulaban un salón de operaciones ambulante,
y al final la mejor
iniciativa siempre se comentaba. Todo preparado
con antelación, las ideas iban creciendo paridas por el entusiasmo de la gente, hasta que
un locutor en la
tribuna anunciaba: “Adelante los trabajadores del Sindicato de la Salud…”
Los cubanos hacemos del estreno de mayo, un día
de celebración. Los
trabajadores salen a las calles a respaldar a la Revolución, jolgorio
imprescindible del quinto mes del año.
Y en medio de tantos y tanto, amigos que
se reencuentran en el
desfile, adonde asiste la
familia y hasta
la mascota de
la casa.
Es
suceso en calles
o caminos, pues la fiesta
“se forma” en un batey o en
el corazón de la
ciudad. Disfrute en medio de una paz, envidia
de millones fuera de esta isla.
Ya casi llega, lista la conga, huele a Primero de Mayo.