lunes, 8 de septiembre de 2014




Holguín, apuntes  de una brújula.

Marel González Escobar

Uno, dos, tres kilómetros, el cuenta millas hacía añicos los acimuts, señales  y colores del mapa que prometió, hasta aquellos días, una nueva aventura. Vestidos de “conquistadores” recorrimos la mayor parte de una larga y  estrecha  isla en el Caribe.  Tomamos  carretera para respirar como las personas que se cruzaban a nuestro paso, de hablar atropellado, desenfadados, bromistas,  siempre riendo, aun cuando el calor castiga más. 
Poco  más de 900 kilómetros transitados desde Pinar del Rio, donde comienza Cuba.  La brújula nos colocó  a los pies de los mogotes de Viñales, luego  la Habana, capital que seduce y enamora entre callejones, los restos de una muralla y una rica historia que rejuvenece en cada visita.  Habana Vieja que hicimos nuestra ceñidos a los antojos de leyendas, castillos, corsarios y una bitácora.
Santa Clara, Trinidad con sus calles coloniales, la  otrora Puerto Príncipe, hoy el Camagüey de trazado urbanístico enrevesado,  donde las iglesias despuntan como faros para orientar a los  caminantes, y Holguín,  según le definiera el almirante  Cristóbal Colón una mañana de domingo de 1492:  “La Tierra más Hermosa”. 
Un cerro con una  gran cruz de madera, conocido por Loma de la Cruz,  obliga  a ascender siguiendo la  tradición implantada por cierto fraile franciscano que guió  a  decenas de  feligreses  en el siglo XVIII  para   alejar  los  males de la comarca.  Más de 450 escalones agitan la respiración y   en la cima, la decisión de continuar  camino hacia la costa, travesía recomendada por mi  amigo Luis, quien llega  a casa cada  año  con montones de historias sobre  Cuba. La playa Guardalavaca, ubicada a 56 kilómetros al Nordeste de la ciudad de Holguín, sería   nuestro destino al salir  el sol, volvería yo con mis apuntes, siguiéndole  el juego a  la Naturaleza, las tradiciones y la historia  de aquel lugar.       


Litoral a la vistaaaaaaaaa

Poco sentimos el camino por la carretera. El  paisaje atraparía las musas de cualquier  pintor  o la sensibilidad de un fotógrafo para que nadie cometa el pecado de olvidarle.  Finalmente,  el balneario Guardalavaca. 
Fue inevitable explorar, desentrañar aquel pedazo de Cuba que somete por su extraordinaria belleza.  Anduvimos entonces  pisando una fina arena de color crema rosa que aceptaba las huellas como si nos conociera toda la vida.
Decenas de personas disfrutaban  el espacio.  Palabras en varios idiomas se cruzaban, hasta que descubrimos,  apartados en apariencia  del gozo, a tres jóvenes que mapa en manos tomaban muestras de arena,  y anotaban cuidadosamente en sus carpetas de trabajo.
Ridel Rodríguez, Geógrafo y Oceanólogo, nos  saludó bajo  una gorra y dentro  de  una  camisa a toda manga para protegerse del sol.  Medio sonriente y con cierto orgullo, nos calmó el extravío:
“Estamos  al Oeste de la Bahía de Samá, a unos 29 kilómetros de Cayo Bariay.”

Bariay, sabíamos que era el    entorno que ubica el descubrimiento de Cuba  en octubre de año 1492,  encuentro de las culturas del Viejo y del Nuevo Mundo, pero había más  por desentrañar, algo que ni enciclopedias, ni Internet podían llenar, fuera de competencia frente a las  vivencias, olores y emociones.  Entonces llegó una y otra pregunta hasta terminar a la sombra de las uvas caletas.   

“El sector costero Guardalavaca tiene una extensión de 2510 metros, de los cuales 2100 metros corresponden a playa y  el resto  a costas acantiladas de poca altura.”

Mientras, advertíamos pendientes suaves en las zonas de baño.   Con el paso del  día los  turistas tomaban posición en  la  arena, y los más inquietos se adentraban en  las transparentes aguas, donde la  gama de  azules combinaba  como en paleta de pintor  para no aburrir.

Fue entonces cuando como fieles expedicionarios,  caminamos con Ridel por aquellos parajes.
“Todo el litoral está antecedido por un arrecife de coral costero que se distribuye de forma irregular entre 300 m y 700 m de la costa.  Hacia el interior son abundantes los pastizales de fanerógamas y algas marinas.
 - ¿Qué tipo de peces habitan?, preguntó  quien de vez en vez viste de buzo en el grupo.

“En estas áreas es usual encontrar una gran variedad de peces que utilizan los pastos marinos,  los arrecifes como refugio y zonas de alimentación. Por su colorido y cantidad sobresalen los peces loros, pargos y barberos, además de erizos, abanicos de mar y esponjas. Una zona interesante para ejercitar el buceo”

-¿Qué origen tiene   el  nombre  de  Guardalavaca?

“Guardalavaca es un sitio conocido desde el siglo XVII.   Según los historiadores, el  nombre, debe su origen a  que la zona era acechada por filibusteros y piratas, como voz de su presencia se mandaban a guardar las vacas. Sepan  ustedes que las  carnes, el cuero y el carbón eran productos que se contrabandeaban en la zona”, comentó  Ridel Rodríguez,   quien  en una esquina   de  su  carpeta de trabajo cargaba la nota que escondía su desenfado: Máster en Ciencias.
La historia había embrujado  al equipo de aventureros, atentos a cada palabra del  investigador,  conocedor y sencillo,  suerte la nuestra encontrarle.  Alrededor,   algunas instalaciones hoteleras de donde salían los turistas rumbo al mar. Era más de media mañana y tomamos destino opuesto, aún con deseos de saber, pero Ridel y los otros investigadores debían continuar su trabajo.   El agradecimiento y un último apunte en mi agenda  gracias al apasionado oceanólogo.

“Los  acantilados relictos en la parte posterior de la playa, la alternancia de playas en forma de caletas y guirnaldas, la existencia de una exuberante y a veces exótica vegetación, junto al color de las  arenas y el mar, son elementos que distinguen a Guardalavaca en Cuba.”

Intimidades de  un  mapa.

Hasta Holguín se puede llegar vía aérea, tomando vuelos  que tocan tierra en el aeropuerto Internacional Frank País García, ubicado a 72 kilómetros de la playa Guardalavaca,  el cual tiene vínculos  con un promedio  de 16 aerolíneas. Canadá,   Alemania, Italia, Inglaterra, Holanda  y  Estados Unidos, son los principales emisores.  Hasta 60 vuelos  internacionales arriban allí cada semana en temporada alta de turismo, trasladando a más de 7  mil visitantes. La  mayoría llega a los balnearios del litoral holguinero, entre ellos  Playa Esmeralda, Pesquero, Yuraguanal y Guardalavaca, desde donde se puede salir a conocer uno  de  los más importantes  enterramientos aborígenes de Cuba,  conocer Gibara, mágico pueblo de  pescadores, o dar una vuelta por Bariay.
 
En una de las instalaciones  de la playa Guardalavaca, decidimos pasar la noche  como en casa. El día había sido intenso.  Rodeados de gente amable, siempre contenta y dispuesta  a ayudar.   Claro que fue  imposible prescindir de  los olores y sabor de la típica comida cubana, luego,  el ritmo de  la conga oriental con lo  chévere del paso, al menos estrenar el baile cuando el agotamiento no dejaba para más.  Sólo entonces,    guardé mis apuntes y dejé listo mi traje de aventurero para continuar camino al amanecer.