domingo, 5 de febrero de 2012

Holguinera costumbre

Vista del "Olimpo" desde la Loma de la Cruz. FOTO/Juan Pablo Carreras

 He  tomado  este  texto  de  un poeta holguinero.  Yo  que  vivo en esta tierra orgullosa  de ser camagüeyana,  tal cual la mayoría  de mis cooterráneos,  creo que me debía algo así.  Se me adelantó el bardo, no obstante, tengo otros argumentos para probarle que no "exagera", como el más apasionado de mis vecinos.   Aunque  me pregunto si en otros lugares de Cuba, no se podría narrar similar historia.


Comunicativo como cualquier otro cubano, es este pueblo más chovinista que ninguno, en el más digno sentido de la palabra. Basta decir que el holguinero se cree el gran iniciador, el elegido. Holguín, para cada holguinero, es una Ciudad del Universo.
En sus arenas se produjo el Encuentro con el Viejo Mundo en 1492 y sus aguas fueron las de la Aparición, en 1612, a Rodrigo y a los dos Juanes, de quien hoy es considerada la Patrona de Cuba, en la más grande bolsa de agua del mundo, la bahía de Nipe, ubicada a su vez, en el municipio de Antilla, el más pequeño de la Isla.
Holguín fue la ciudad que más Generales puso al servicio del siglo XIX, por lo cual fue considerada “la Nodriza de la Revolución”.
Las arterias de este tejido urbano vieron nacer, en 1839, a quien la historia conoce como el General de las Tres Guerras: Calixto García Iñiguez. Los hombres que integraban su columna realizaron el primer acto de Cuba Libre, cuando en 1898 se postraron frente a la Basílica del Cobre a los pies de la Virgen, en acto solemne para la Declaración mambisa de la Independencia del pueblo cubano. Según Máximo Gómez, al holguinero cupo “la satisfacción de ser el primer vencedor con artillería”. Y asimismo, antes de morir Don Calixto dijo: “Yo he sido el último que ha peleado por Cuba”.
He aquí la Mezquita que reconoce el sitio donde desembarcara quien diera a esta tierra la primera y ya nunca superada hipérbole: Esta es la más fermosa tierra que ojos humanos hayan visto... De este y otros orgullos tal vez se derive la holguinera costumbre de exagerarlo todo, magnificarlo todo, mitificarlo y mistificarlo todo, expropiárselo todo, elevarlo y presentarlo todo al rango holguinero.
Aquí estamos, cinco siglos después, ante un pueblo jactancioso, metafórico, presumido y altivo por excelencia. Epicentro que tiene por asideros el Alfa y el Omega, progenie sin coto ni pizca de mesura.
Dos ciudades se disputan el nacimiento y muerte del Apóstol, pero la nuestra conserva los sudores y perfumes en el último sudario que guardara los restos mortales del gran Martí de América.
Entre todos los hijos de Oriente, mantiene el holguinero un sello que lo hace diferente, único y sin réplica.
En las afueras de la jurisdicción antigua, en el sitio conocido como Mala Noche, se organizó tácticamente la histórica invasión de Oriente a Occidente. Desde entonces, se dice que todo comienza Aquí y va a morir Allá.
Fue, entre el salitre de estas costas, que se divisó para el mundo la más famosa de cuantas hojas hubo jamás. Hoja que llevada a la torcedura, fue estuchada, anillada, protocolarizada y comercializada en los cuatro puntos cardinales con el nombre de Habano, por supuesto.
De estos bosques embarcaron al puerto de Cádiz las maderas preciosas que sostienen esa magnificencia que es El Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial.
El hato, en 1545, fue un premio o donación del Adelantado Don Diego de Velázquez al capitán García de Holguín, que gracias a su bravura y por Real Orden, capturó a Cuautémoc, el último Emperador Azteca.
De fuerte arraigo al terruño, grande es el sentido de pertenencia en un pueblo sólo superado, en esta isla, por el gentilicio habanero, pues en el mapamundi existen ya más de un millón de holguineros.
Aquí está el sitio más antiguo de la Cultura Protoarcaica de las Antillas. Y en las cuevas de Seboruco y Levisa, las primeras muestras de arte rupestre.

En tierras de rica historia aborigen no puede pasar por alto la bendición de Baybrama: el dios de la fertilidad, cuyo trono se encuentra a lo largo y ancho de las regias Alturas de Maniabón. Para un mejor conocimiento de ¿quiénes somos, por que venimos y por qué nos vamos?, hay que contar con el hombre de estos lares, fiel continuador de las tradiciones. Pues, dónde si no, se guardan como joyas las muestras más insólitas del mundo aruaco: ritos, modus vivendi y enterramientos en todas las posiciones que pudo abarcar la humana mente.
Hay que venir al Chorro de Maíta para danzar de manos de la muerte y saber que en la “aldea del resplandeciente cielo”, como la definiría el Doctor José Manuel Guarch, la eternidad persiste en ser posible. Ceremonial en barro y madera reencarnado donde salta la iguana y el casabe se tuesta otra vez en el burén.
Es la necrópolis de Luz y Caballero, al este de la ciudad, el cementerio colonial más antiguo de la Isla. Acaso sean éstas, unidas a una rica tradición oral, las causas por las que es el holguinero fabulador, imaginativo y mítico de tal manera que ni los reyes se salvaron... En los primeros años del hato, dos ilustres nombres de la Corona identificaron los riítos que entrecruzan Holguín: Fernando e Isabel; pero los nombres de sus Majestades católicas fueron harina de otro costal, para dar paso a los mitos del Jigüe y el Marañón.
Ecléctico como su arquitectura, a veces peca el holguinero de arcaico, al persistir en él cierta tendencia al conservadurismo que lo muestra aldeano por demás... recuérdese que de un sevillano se recibe aquí el patronato, y de un extremeño (nacido en Badajoz), la patronimia. En su linaje coexisten el gallego, el canario, el catalán, el chino y el árabe, entre otros cercanos y lejanos visitantes llegados a sus costas. Estrechos lazos liaron Holguín a la península ibérica mientras se instaló en Gibara el Viceconsulado de Portugal.
No obstante, en lo coloquial, el holguinero es de un habla pausada y cordial. El hombre de aquí, al hablar, no canta como el habanero, ni grita como el santiaguero. El común holguinero fabula, y está más europeizado que africanizado.
Musical por naturaleza, Holguín conserva con virtuosismo la orquesta más antigua fundada en América: la centenaria orquesta Avilés. Y como usted encontrará seguramente a quien le advierta que por aquí entraron al continente los primeros músicos que venían con el Descubridor, también se precia el holguinero de poseer las mejores voces líricas de la Isla... Los pueblos más pintorescos de la música cubana están en el Chan Chan. Y estos pueblos se visitan a través de nuestras líneas ferroviarias:
Es el holguinero agencioso, emprendedor y sagaz, y por eso han sido consideradas sus tierras como el granero de Cuba. Y, dijo el Apóstol: “En Holguín hay mil vacas paridas”. Desde siempre se conocieron estas tierras holguineras propicias para las siembras, las cosechas estan garantizadas.
De hombres industriosos está habitada Holguín, donde la dulce caña se mezcla con el salobre celeste de las playas y el rojo mineral de las riberas.
Desde el punto de vista físico, la gran ciudad es un laboratorio y espiritualmente hablando, una oruga cuya suerte no podrá ser otra que un valle de mariposas.
Bastó que a principios de la década del 90 los quioscos de estas plazas se rebautizaran con el “angolano” “candongas”, para que luego proliferaran por todo el país.
La idea de hacer de Holguín el ombligo del mundo se extiende por derecho propio a la farándula artística echando raíces en las páginas literarias, que son las que verdaderamente eternizan una idea. Es esta la provincia del Uni-Verso, desde ella se convoca al más plenus ¿quid interius mente?, delirium tremens de la poiesis. El Premio Nacional de Literatura Pablo Armando Fernández (holguinerizándose) ha declarado que “uno es de donde hace su Bachillerato”. Y él, (nacido en el antiguo central Delicias de la vieja comarca holguinera), hizo el suyo en nuestros claustros. “Holguín me inventó. Yo soy una invención suya”, ha dicho él.
A fuerza de pasión, demostrada en cada fiesta cultural, se ha declarado que César López es un santiaguero holguinerizado que vive en La Habana. Mientras que la Doctora Ortiz --una vez muerta Libertad Lamarque-- es la Novia de Holguín.
Gibara, amén de cascarrabias y cervantinos, fue la villa escogida para el primer homenaje nacional tras la muerte de esa gran Luz llamada José Lezama Lima. Mientras, no pocos son los que a hacha de Celestino matarían a aquel que se encargó de hallar (o pretendiendo hallar, halló lo inhallable), la copia de pila bautismal donde “reza” que Gastón Baquero nació en La Habana, cuando el mismísimo poeta origenista defendió hasta sus últimos días su hermosa cuna banense. Aquí las (¿Reinaldo?) Arenas son más blancas.
Esta es tierra de Buenaventura, sino, por qué dejaba el gran Emilio Ballagas los tinajones de Camagüey para “saciar” su sed en nuestros campos. No hay en el mundo parecido mejor que una vista del Túmulo de Maratón, en el Ática y el de nuestra Loma de la Cruz, por tanto, he aquí el Olimpo, el sitio ideal Para festejar el ascenso de Icaro. Conózcase que a causa de tantos panteones erigidos al fallecer la más grande poetisa del siglo XX, Mayda Pérez Gallego ha declarado a nuestros poetas como irrevocables huérfanos de Dulce María Loynaz.
No cabe dudas, el holguinero es de La Gran Escena. Y, en fin, que según el periodista y narrador Rubén Rodríguez, “Dios es holguinero”. Debe ser por eso que las lunas de Holguín son diferentes, y que aquí las escaleras sí llevan al cielo. Reza en los corredores alrededor del parque central de esta ciudad (el más grande de su tipo en el país), una placa que resume toda suerte de ingenio y donaire, que aún los peores tiempos no podrían eludir: A HOLGUÍN Primer lugar en el Concurso del pueblo más simpático, celebrado por El Diario “La Lucha” (31-12-1922).
En permanente convocatoria y espíritu renacentista, esta ciudad lanza su grito de Cruz, colinas y parques de amistad. Esta ciudad declarada (para mayor orgullo en sus aires cosmopolitas) Eterna Capital del Arte Joven, con las Romerías de Mayo.
Ha entrado Holguín a la Tercera Era de la Cristiandad colgando un Cosme en fastuosas capillas del Vaticano. Esta ciudad que no perdona al mismísimo Juan Pablo II, el haber estado cerca y no pisar sus tierras en recorrido urgente por la Isla. Porque dónde, señores, dónde mejor podría vivir un papa que en la villa de San Isidoro de Holguín, la Ciudad de los Parques. /Gabriel Pérez. Poeta y Narrador