sábado, 27 de noviembre de 2010

"Demonios" de domingo.

 Marel González Escobar

Hoy  lo decidí.  En mi  otra  vida  permutaré  las  tardes  de  domingo.  Puede  ser  para  un lunes, con todo y lo marrón que se imagine,  un  miércoles, le  dije a la semana que podría negociar cualquier espacio en su crucigrama.  
Dicen que no importan latitudes ni acentos, hasta en los aviones son grises las tardes de domingo.
Cruza la semana, termina el sábado y ocurre otra vez.  No  valen piruetas, mañas, planes, siempre es complejo  tomar aire.  Como un peso y un vacío.  La gente camina, se mira y lo advierte, muchos  sin decir, como si no se  atrevieran a confesarlo.  Casi un estigma para el comienzo o el fin después del medio día.  Vaya embestida la de esa tarde.  Regaño para unas 6 horas, que,  por suerte, no serán infalibles.

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